Saber cuándo debemos preocuparnos al ver un retraso en el desarrollo de nuestro hijo es fundamental. Por lo mismo, la Asociación de Pediatría Americana ha pedido a todos los pediatras que entrevisten a todas las familias de niños a partir de los 18 meses de edad (o antes si hay algún factor de riesgo, como puede ser el historial significativo del niño), para asegurar que se atenderán posibles casos de un retraso en el desarrollo o un trastorno del espectro autista de la manera más precoz posible.  La intervención temprana se ha mostrado como clave para que el desarrollo del niño sea lo más prometedor posible a largo plazo, y que se normalice su curva del desarrollo al trabajar las habilidades que se ven afectadas por el trastorno que tengan, y que ello implique asegurar el desarrollo máximo del potencial del niño.

El instrumento más utilizado para el cribaje (screening) de los trastornos del espectro autista es el M-CHAT.  Este instrumento sirve para identificar posibles señales de alerta de un posible trastorno del espectro autista en un niño pequeño.  Es solo un instrumento de que indica riesgo de tener autismo, no es un instrumento que diagnostica el autismo. Si usted distinguiera que su hijo tiene varios de los síntomas que ahí se detallan, debería acudir al neuropediatra o psicólogo para que se lleven a cabo pruebas estandarizadas de diagnóstico y se emita un diagnóstico basado en el juicio clínico del profesional.

M-CHAT-R_F_Spanish_Spain   Articulo progrma detección precoz

Las señales de alerta son:

–          Comunicación social: ausencia de comunicación o carácter atípico en su desarrollo:

  • Su hijo puede fallar en cuanto al contacto visual o volverse a ver lo mismo que usted cuando usted se lo indica con el dedo o siguiendo su mirada (atención conjunta).
  • Puede ser que su hijo llore todo el tiempo sin aparente razón y le cueste mucho calmarse, o no llore nada (problemas de regulación).
  • A los 3 meses de edad los bebés ya sonríen como respuesta a la sonrisa del adulto (sonrisa social), puede ser que su bebé falle en este aspecto.
  • Su bebé puede no estar tan interesados como otros bebés en interactuar socialmente, puede ser que no exija que le atiendan, o muestre falta de interés en juegos como cosquillas o rehúya el contacto físico (que se ponga rígido cuando usted le coge en brazos en vez de adaptarse a la forma de su cuerpo).
  • Su hijo también puede no volverse cuando usted le llama por su nombre.
  • Puede ser que su hijo no señale, a los 11 meses ya debería señalar.
  • Puede ser también que su hijo falle en la coordinación de mirada, vocalización y gesto, a la hora de comunicar.

–          Juego:

  • Los niños con autismo suelen encontrar dificultad en la imitación de acciones con objetos.
  • También puede ser que su hijo explore o manipule los juguetes y otros objetos de manera repetitiva.  Puede quedarse viendo un objeto períodos de tiempo notablemente largos.
  • Es posible que su hijo también juegue de manera inusual con los objetos y juguetes: alinearlos, darles vueltas constantemente, apilarlos siempre de la misma manera, utilizarlos sin imaginación de una manera demasiado sencilla y siempre igual.

–          Lenguaje y cognición: ausencia, retraso o desarrollo atípico:

  • Puede observar cierto retraso en el desarrollo cognitivo de su hijo, por ejemplo, que no busque un objeto que se ha caído o que usted ha escondido bajo una manta (esto debería observarse ya a los 6 meses).
  • Ausencia de balbuceo, especialmente balbuceo social recíproco.
  • Puede ser que su hijo emita sonidos extraños y no diga más de tres palabras a la edad de 14 meses. Puede ser que las palabras que diga sean repetitivas o extrañas para su edad.  Puede ser que no comprenda lo que usted le dice (debe comprender instrucciones como “ven aquí” a los 12 meses, por lo menos).
  • Puede ser que tenga un tono de voz inusual, cantado o que parezca que está repitiendo la entonación de los dibujos animados.

–          Puede ser que a los 18 meses de edad o un poco después usted note cierta regresión en habilidades de lenguaje y sociales que su hijo ya había adquirido.

–          Utilización de las funciones sensoriales o motoras:

  • Fijación visual atípica (por ejemplo, ver a la luz o a cosas que se mueven de manera repetida como la lavadora de ropa), inspección inusual de objetos.
  • Hiporreactividad o hiperreactividad a los sonidos u otras formas de estimulación sensorial. Puede ser que a su hijo le molesten ciertos sonidos o se pegue un juguete de música a los oídos de manera atípica, que le moleste que le cojan o que se meta en sitios dónde se ejerza presión sobre su cuerpo, que le molesten ciertos sabores o texturas, que llore cuando le bañan o le cortan las uñas o el pelo, etc.
  • Un nivel de actividad  muy bajo o muy alto y retraso en la motricidad fina y gruesa.
  • Puede ser que su hijo presente conductas motoras repetitivas (como el aleteo, pasearse sin rumbo, balancearse), posturas atípicas o manierismos motores.

–          Alteración en la regulación de funciones relacionadas con el sueño, la comida y la atención.

En el apartado de recursos de esta página web encontrará unos documentos desarrollados por el Centro para Control de Enfermedades estadounidense, que describen lo que debería hacer su hijo para la edad que tiene, y qué conductas en concreto deberían preocuparle. La primera hoja de cada documento está en inglés, en la segunda hoja encontrará la traducción al español. Se indican los hitos del desarrollo desde los 2 meses hasta los 5 años de edad.

Si su caso es que le acaban de dar un diagnóstico, puede acceder al “Manual de los primeros 100 días” para algunos consejos después del diagnóstico, en el apartado Enlaces de interés de ésta página web.

A continuación unos enlaces (están en inglés y en castellano) con check list según edad:

Qué hace un niño de dos meses

Qué hace un niño de cuatro meses

Qué hace un niño de seis meses

Qué hace un niño de nueve meses

Qué hace un niño de un año

Qué hace un niño de dieciocho meses

Qué hace un niño de dos años

Qué hace un niño de tres años

Qué hace un niño de cuatro años

Qué hace un niño de cinco años