Gonzo sigue la evolución de dos niños con TEA a lo largo de tres años

En España hay unos 500 mil menores de 16 años con Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) y, sin embargo, el autismo sigue siendo una condición muy desconocida para la mayoría de la población. Salvados retrata la realidad que viven las familias tras el diagnóstico, conociendo de primera mano las historias de Teo y Mario, que se empezaron a grabar en 2019.

Teo tenía 14 años y Maya, su madre, no había podido mantener a su hijo en la escuela ordinaria por la falta de acompañamiento y recursos. Maya resume su sensación de incomprensión y desamparo: “No entiendes nada. Nadie te orienta ni te guía, a mí me ha vapuleado mi administración y mi sociedad”. Y añade que la ausencia de recursos públicos acaba provocando que tener un hijo con TEA sea “como tener que pagar una segunda hipoteca” para hacer frente a las terapias.

Mario tenía 11 años y Amaya, su madre, cuenta lo duro que fue recibir el diagnóstico y cómo se tuvo que convertir “en una verdadera especialista en su hijo”.  Amaya destaca que “hay tantos autismos como personas diferentes con autismo”. Ella es la presidenta de la Asociación Navarra de Autismo, una comunidad autónoma que ofrece más recursos que el resto en terapia y ayudas a las familias.

Tres años y una pandemia después

La pandemia interrumpió la grabación y, tres años más tarde, Salvados ha vuelto a encontrarse con las dos familias. ¿Qué ha cambiado en las vidas de Teo y Mario?

Hoy Teo tiene 17 años. Ha superado una pandemia que le obligó a encerrarse, ha aprendido a afeitarse y se ha mantenido en un centro de educación especial. Además, arrastra las pulsiones de un adolescente que se enfada, y que el año que viene debería poder votar, pero no lo hará. A su madre le preocupa ahora cómo será la vida adulta de Teo: ¿Podrá trabajar? ¿Podrá independizarse algún día? ¿Conseguirá algún amigo? ¿Y quién se ocupará de él cuando Maya no esté?

Mario tiene hoy 14 años y ha conseguido escolarizarse en un clase ordinaria, superando las dificultades por la falta de recursos educativos adaptados. Amaya denuncia la ausencia de financiación del Plan Nacional de Autismo que podría poner fin a estas carencias en los colegios. “El autismo no vende, cuando se den cuenta de que uno de cada 59 nacimientos tiene autismo, lo mismo se ponen las pilas”, asegura, rotunda.

Falta de recursos públicos y sensación de abandono

Sus historias retratan cómo la administración está desaparecida en estos casos, la falta de terapias públicas, los insuficientes recursos para la inclusión en la escuela y la necesidad de soluciones para la edad adulta, tanto en lo que se refiere a vivienda como a trabajo. Y, por encima de todo, la soledad de las familias que sienten el abandono institucional y se refugian en las asociaciones, que cumplen el papel que le correspondería al Estado.